Una antigua leyenda persa cuenta que Al Jaffed, un
hombre rico, que poseía una gran granja, una noche escuchó a un visitante
contar acerca de las inmensas cantidades de diamantes que se podían encontrar
en otros países.
Pensando en esto vendió su finca y empezó a viajar por el
mundo buscando las fabulosas riquezas de las que le habían hablado. Sin
embargo, sus esfuerzos no tuvieron los frutos que esperaba y ya en la miseria y
desesperado se suicidó.
Mientras tanto, el hombre que había comprado la granja
un día mientras abría un surco, se dio cuenta de una piedra que brillaba.
Se acercó y, asombrado, sacó un gran diamante.
Una de las cosas más comunes en nuestros tiempos es caer en
el error de este hombre rico. Soñamos con la vida que tienen otros, con la
fortuna y la fama que nos vende la televisión, descuidando o menospreciando lo
que Dios nos ha dado.
Todos tenemos un tesoro en nuestras manos, puede ser tu
familia, tu empleo, tus dones, tus talentos, amigos e inclusive tu fe.
Mucha gente decide que podría tener un trabajo en el que le
pagarían muchísimo dinero y se pasan la vida buscándolo, protestando y
encontrando defectos a cualquier lugar al que lleguen, otros deciden que es
mejor ir de una iglesia a otra porque Dios no respondió una oración de la
forma como esperaban, así que no sólo cambian de iglesia, sino de religión. Hay
quienes creen que no valen nada y lejos de poner en práctica los talentos que
Dios les dio empiezan a intentar imitar a los demás cayendo en fracasos
reiterativos y una vida llena de frustración. También están aquellos que por
buscar cosas materiales y pasajeras dejan a su familia, la ponen en segundo o
tercer plano sin percatarse de que esas personas podrían ser su
mayor bendición.
Dios nos hizo únicos, no sólo físicamente, sino
emocional e intelectualmente, puso en nosotros dones y talentos únicos y nos ha
entregado una granja que cuidar. No descuides aquello que se te
confió, porque cada persona, cosa o misión que nos da es de gran valor y
la ha puesto en tus manos por una razón.
Que cuando nos presentemos ante Él, pueda decirnos: “Bien
hecho, mi buen siervo fiel. Has sido fiel en administrar esta pequeña cantidad,
así que ahora te daré muchas más responsabilidades. ¡Ven a celebrar conmigo!”.
Mateo 25:23 (NTV)
No descuides tu granja, tu diamante podría estar enterrado
ahí mismo, sólo debes trabajar la tierra que se te confió. Podrías ser más rico
de lo que imaginas.
Fuente: Cvc la Voz
No hay comentarios:
Publicar un comentario